domingo, 13 de octubre de 2019

Si Vis Pacem, para Bellus


Desde el 7 de octubre me encuentro fuera del Ecuador por un viaje previamente programado.  Y he tenido que seguir, las noticias de la situación del Ecuador, por medios electrónicos: la crónica periodística, la opinión de los editorialistas de los principales diarios del Ecuador: El Comercio, El Universo, Expreso; asi como también de canales de televisión nacionales y extranjeros.  Pero me ha impactado la prontitud y la relevancia de los contenidos de lo que he conocido por los medios alternativos, tanto redes sociales, como prensa digital: 4Pelagatos, La Posta.

En todo caso, me llama la atención, que haya muy pocos que acierten, en lo que este momento es la cuestión de fondo.  Si uno lo piensa bien, no se trata solo de lo qué nos llevó a la situación actual -medidas económicas-, o de la condición del pueblo indígena, o si el gobierno deba sentarse a negociar -por muy importante que parezca hay conflictos en los cuales el uso del método del mutuo acuerdo no corresponde-, o incluso de que nos dejen trabajar porque estamos perdiendo dinero.  Me atrevo a decir, que la misma búsqueda de la paz seria secundaria, si primero no se ha entendido lo que nos ha llevado a la situación actual. El verdadero desafío de la política en estos minutos es realmente sortear el adagio romano del título: si quieres la paz, prepárate para la guerra.  Pero entiéndame bien, tampoco es una exhortación belicista.

Lo que verdaderamente importa, es la pérdida del estado de derecho.  Con esto me refiero, a esa sensación de que no puedes enviar a tus hijos al colegio, salir a trabajar, manifestar una opinión diferente, o no estar dispuesto a repetir que no estas secuestrado, cuando lo estas; porque un manifestante, indígena o infiltrado, considera que no puedes usar las vías públicas, la propiedad privada, o el lenguaje.   ¡Y si lo haces, te deja bloqueado, te poncha las llantas, te tira piedras, te lanza flechas, te explota el carro o te corre bala!  Este es, el verdadero problema.

En relación con esto, algunos analistas aciertan en diagnosticar que las manifestaciones no son legítimas, porque están plagadas de infiltrados.  Infiltrados que tienen el apoyo económico para conseguir por medio de la violencia las causas que le interesan al narcotráfico (las FARC y compañía) y a los golpistas (correistas); que, para colmo de males, esta auspiciado por un gobierno populista y narcoterrorista como el de Maduro, develando otro escalón más de la falta de legitimidad de la causa.  El día de hoy, Alberto Dahik en El Universo, Simon Espinoza en El Comercio, el editorial del Expreso, Martin Pallares y Jose Hernandez en 4 Pelagatos hacen bien el diagnóstico.  Bien hasta el diagnóstico.  

Pero lo que falta, es la consecuencia que se deriva de ése diagnóstico.  Y aquí, solo he escuchado, a Hernan Perez de El Universo, acertar en lo que hay que hacer; según lo escuchara en una entrevista para Teleamazonas.  El problema, es que debemos usar la figura del estado de excepción, para con uso progresivo de la fuerza, reprimir a los manifestantes hasta el punto de que depongan actitudes.  Y recién ahí sentarse a negociar.  Hay una frase, en la película Darkest Hour, cuando Gary Oldman interpretando a Churchill le dice al premier inglés de ese entonces, Chamberlain: “No se negocia con un tigre, cuando tienes tu cabeza metida en su boca”.  Pues bien, ese es el problema: ¿cómo defendemos el estado de derecho, con el uso progresivo de la fuerza, para evitar degenerar en estado de violencia o en un estado secuestrado por las mafias correistas, narcoterroristas, o de cualquier facción que se atribuya esta lucha?

La paz es un bien superior en este caso, pero bien entendida, se conseguirá con el uso de la fuerza progresiva.  Caso contrario será una paz producto del chantaje, y eso no lo queremos.  Después hablaremos del que nos dejen trabajar, que perfecciones las medidas económicas, que el FMI, que la lucha indígena, etc, etc, etc.

Por último, la sociedad civil tiene un rol que jugar, donde el estado pierde potestad.  La autoridad, de las mujeres con cacerolas en Quito, puede demandar que se entregue a Gabriela Rivadeneira a la justicia.  ¡Se imaginan éstas mujeres rodeando la Embajada de México en Ecuador demandado que la entreguen a la justicia!

Por lo pronto, me quedo con las expresiones de Andres Crespo a Correa en su video: 

"No eres nada más que un terrorista…  ¡Quiero que sepas que no te tengo miedo, te tengo lástima!...

Y ahora mismo te quito el poder, porque ya no eres más que un fantasma…

y preocúpate por que la justicia te juzgará, pero es la historia la que te va a condenar para siempre.  ¡Ya nos robaste todo Correa, pero no vamos a dejar que nos robes la paz!"

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