Desdolarizar no ha sido una
propuesta abanderada por ningún grupo político de relevancia en el país. Pero es una propuesta velada de algunos, que
no teniendo la frontalidad para proponerla púbicamente, piensan que está dentro
del conjunto de soluciones para los problemas económicos de nuestro país.
Afortunadamente, para aquellos que creemos que desdolarizar no es una solución
a nada, la dolarización goza por ahora de un enorme apoyo popular, según los
politólogos, gozan del apoyo del “votante medio”.
Por el contrario, federalismo sí es algo que se está
ventilado, vean por ejemplo un hilo en
Twitter de Pablo Arosemena y la opinión
en El Universo de Pedro Valverde. En este caso, se está discutiendo esta posibilidad por el
lamentable fracaso del gobierno central en el manejo de la crisis de salud en
Guayaquil; rodeado de escándalos de corrupción en los hospitales del IESS y de
una incompetencia que los llevo a esconder a los muertos y tratar de manipular
la información de la situación verdadera.
En realidad, es una situación criticable desde todo punto de vista. Sin embargo, no es menos cierto que en esta
crisis la gestión municipal ha estado bajo par, por decirlo de manera
elegante. Por tanto, concluir sobre la
base de la coyuntura de que lo que conviene es un Estado federal a mi me parece
un argumento sin fundamento. “Queda claro el modelo unitario ha fracasado en el
Ecuador” sobre una columna de 500 palabras no es ni remotamente una evidencia
para sostener esa afirmación.
¿Dónde está la justificación para
conocer cómo vamos a asumir las competencias de salud, educación, seguridad, y
obra pública sin tener un planteamiento de cómo se deben financiar estos ingresos
a partir de los impuestos nacionales? ¿Cómo estamos seguros que muchas de esas
competencias no se van a conseguir de manera más eficiente a nivel cantonal en
un país con tantas ciudades pequeñas que no permiten llegar a los mínimos que
requieren las economías de escala? ¿O sólo estamos pensando en Guayaquil, o que
los gobiernos municipales no son corruptos?
No menos reprochable es catapultarse en el sentimiento regionalista que
provocó un conflicto entre <<monos y serranos>> al inicio de la
pandemia -no creo que ustedes lo quieran, pero el timing de la idea lo hace inevitable. ¿Quién les ha dicho que el futuro de un país
se puede construir sobre la base de una cultura de odio semejante? Más allá de
que hay razones para criticar a un centralismo que siempre debe detenerse a
raya porque convive en la clase política ecuatoriana como actitud
irresponsable. Existen más preguntas que respuestas ante una recomendación
semejante.
Albert Hirschman, un famoso intelectual
del mundo del desarrollo decía que las estrategias de la política son salida,
denuncia o lealtad como maneras de confrontar al poder. En cierto sentido, una sana autonomía exige
denuncia cuando hay abusos o fallas graves del poder central, pero esta amenaza
de salida planteada me parece que raya en lo descabellado. Algo así como: “veo que me conviene y lo digo”,
no importa que no le convenga al país, o ni siquiera tenga un plan que
justifique mi tesis.
Podría trasladar esta actitud a
la de las futuras reacciones de los desdolarizadores solapados. Y estoy seguro, que muchos de los
federalistas rechazarían cualquier intentona en este sentido. Pero piénsenlo un poco más. En momentos en que la crisis fiscal se
apresta a arreciar contra la dolarización como una política de
<<aritmética monetarista desagradable>>, en la mitad de este
problema, ¿qué creen que consideran cómo la mejor estrategia los principales
opositores de la dolarización? Lealtad, denuncia o salida.
No me pregunten a mi, pregúntense
ustedes mismos. ¿Es momento de plantear
ideas como el federalismo? No será que nos saldrán los desdolarizadores, tan
pronto se pierda el apoyo del votante medio, y les den una cucharada de su
propia medicina. Por favor,
guayaquileños, serenidad y prudencia en estos momentos tan aciagos que vive el
país. No es el momento de recomendar que
algo es malo porque tiene costos. Mejor dicho, nunca es momento para eso, pero
hoy por hoy, menos todavía. Analicemos
las decisiones y sopesemos sus beneficios contra sus costos. Es el neto el que debemos ver, el beneficio
neto. Y siempre desde una lógica del bien común general que es Ecuador, no
desde la lógica del bien común particular que puede ser mi casa, mi hacienda o
mi cantón.
Pablo. Tú eres un político joven,
y se puede comprender si ha sido su ímpetu por cambiar, lo que te llevó a
promover esto. Pero por favor, corrige
Pablo, corrige. Pedro, tú eres abogado,
trabajemos las ideas primero: qué criterios políticos y legales quieres
interponer para implementar y proponlo, discútelo, defiéndelo sobre la base de
propuestas cuantificadas, fundamentadas jurídicamente y de viabilidad política.
Si me argumentan contundentemente
cómo el federalismo va a resolver los verdaderos problemas del país, me encantaría conocer de qué manera esto será posible. Hasta mientras, no vaya a ser que
inauguremos la era de las políticas kamikaze en el Ecuador, y cada uno jalando
para su lado, sin dolarización, con un estado desmembrado con federaciones del
tamaño de pequeñas tribus africanas, con una corrupción descontrolada, el país
pierda cualquier esperanza por los malos gobiernos. Hirschman también decía que a veces falta
llegar a los extremos para lograr cambios.
Pero eso, no es lo mismo, que decidirse a extremar las medidas es un
cambio para bien, no confundamos los conceptos.
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