viernes, 9 de febrero de 2024

Ruleta Rusa: lo político de la crisis fiscal

 A propósito de la grave crisis fiscal que se ha venido incubando en las finanzas públicas y de muchos comentaristas deportivos, políticos y económicos despistados advirtiéndonos de la posible contracción del sector privado y el aumento de la pobreza resultantes de una corrección fiscal; unos compañeros y colegas economistas de la ESPOL decidimos juntarnos para presentar algunas ideas centrales sobre lo mínimo que debería contener el eventual ajuste.  La propuesta resulta en una recomendación en materia de ingresos, gastos, deuda y preparación de mediano plazo para financiar la guerra y cerrar el déficit estructural del 5% del PIB que podría desembocar en una crisis de consecuencias funestas para el sector privado y peor aún para los más pobres. Esta potencial crisis sí con perversos efectos permanentes -no de recesión pasajera- y de una verdadera depresión como la que antecedió a la dolarización, no como lo que se discutía los círculos de Guayaquil o de Quito hace un mes (Ver Tweet). 

De esta interacción con mis colegas he aprendido algunas cosas.  Una de ellas es el distanciamiento cada vez mas grande entre la política y la economía, cuando sería muy provechoso para ambas una mejor interacción para orientar la acción de gobierno.  Entre mis colegas se encuentran académicos en universidades americanas, funcionarios de organismos internacionales, investigadores de bancos centrales, reguladores de instituciones de control, ex-funcionarios públicos, entre otros; dentro de ese grupo me considero el menos habituado a los modelos, a la investigación empírica o la evidencia de casos internacionales.  Para mi, que opte por una carrera mas hacia la empresa, mi aporte viene del patear las piedras del asfalto, viendo cómo la crisis fiscal inflige complicaciones al sector privado desde el sector público.  Al tener esos dos sombreros creo tener una visión que puede ayudar a mejorar esa interacción entre economía y política. Ya me dirán ustedes.

En todo caso la propuesta original del gobierno de la subida del IVA se va abriendo camino en una extraña ventana de oportunidad para corregir el déficit estructural poco a poco.  Vale recordar que el presidente Noboa ha pasado de un discurso de bajar impuestos y aumentar los subsidios a los combustibles a un discurso exactamente opuesto al pregonado en campaña.  El problema de credibilidad no es menor, pero se aliviana mientras se pueda mantener dentro de la narrativa de que todo cambió por la guerra contra el crimen organizado y el “entuque” que dice que le ha hecho el gobierno anterior. Esperemos que los índices de popularidad del 80% se puedan mantener al hacer lo que siempre debió decir que iba a hacer.

Afortunadamente, muchas otras voces compartieron la gravedad del problema e insistieron en los riesgos de una eventual desdolarización (Cordes), otros optaron por una estrategia mas detallada sobre la contracción del gasto público, subsidios y renegociación de deuda con ajuste del orden de 2,5% del PIB (USFQ), aunque solo consigue la mitad de la tarea.  Sin embargo, los políticos populistas parapetaron las tesis de RC y PSC de corregir en algo las necesidades del ajuste, pero bajándole el tono al problema, rechazando un alza del IVA y proponiendo una combinación de impuestos temporales dirigidos a grupos específicos para llegar a una cifra como sumo la mitad de la recaudación proyectada para el alza del IVA.  Siendo lo más crítico que los impuestos sean temporales.  Así las cosas, esta nueva entrega de la novela política ecuatoriana, al igual que las películas de Marvel, aunque no sepamos su desarrollo sabemos cuál será su conclusión (Algo nos adelanta Pallares en el diario Expreso).

Lo político como lo arquitectónico

La situación que observo es de una invasión de competencias entre lo político y lo económico.  En donde quien debería llevar la primacía, la política, confunde la comprensión del problema técnico con la definición del objetivo político.  Cuando la sana interacción debería partir por un reconocimiento de los hechos económicos y una deliberación de los objetivos deseados que permitan analizar las alternativas que debería tomar la sociedad en ese contexto.  Déjenme explicarlo con una analogía.  Si yo construyo una casa, primero debo partir con un plano arquitectónico que haya recogido las necesidades básicas de la familia y las restricciones técnicas que una opción razonada frente a un presupuesto a mi disposición.  Mis preferencias y necesidades reflejadas (proyecto arquitectónico) se deben complementar con las restricciones de estructuras de pilares y ducterias que la ingeniería manda para que sea una casa resistente y funcional (proyecto estructural).  Así también, la política es a la economía lo que la arquitectura es a la ingeniería.  Sin lo primero, no hay objetivos que satisfacer, pero sin respetar las restricciones la casa tiene el riesgo de colapsar.  A los políticos no se les puede ocurrir construir una casa de dos pisos sin pilares y a los economistas tampoco se les debería ocurrir que vivamos en una casa de un solo ambiente porque es la estructura más sólida si su tarea no es imponernos preferencias.

En el mismo sentido veo a un político de formación como Hurtado resaltando la necesidad de respetar las restricciones económicas; y veo, a un gestor y eficaz administrador, como Nebot indicando cómo es que se debería aprobar la reforma, pero sin el alza del IVA.  El primero parece querer ser ingeniero y el segundo un arquitecto-decorador. Nótese que en general, como economista, estoy de acuerdo con Hurtado, pero como político no puedo tratar de imponer, sino que debo ser capaz de convencer de porqué la sociedad debería buscar ese camino, no a cambiarse al carril de la economía, no a invocar a la confrontación o dar lecciones de moral.  Es como el ingeniero que quiere construir casas de un solo ambiente.

Lo de Nebot no es nuevo, bien dijo Hurtado que es la esencia misma de los populistas de los que el PSC y RC son sus mas insignes representantes.  A él habría que recordarle cómo terminó el país luego del interinazgo de Fabián Alarcón, cuando propuso la eliminación del IR en 1998 y la creación del 1% de impuesto a la circulación de capitales o la creación de un seguro de depósitos después de que buena parte de la banca estaba quebrada, para que los depositantes se salven, lo que parece correcto, pero permitiéndole a muchos banqueros irresponsables huir con activos del país, ambas cosas figuran como causales últimas de la crisis fiscal y financiera, amén de las desafortunadas condiciones externas y mala gestión pública  que nos llevó al colapso de la economía en 1999.  Cada vez que el hombre práctico y buen gestor, que fue mas adelante como alcalde de Guayaquil, mencione estas “innovaciones” para enfrentar la crisis habrá que recordarle que en materia macroeconómica su autoridad es por decir lo suave, bastante más de lo que permite la cancha, para decirlo en el argot del deporte que ve jugar todos los días. Es como el decorador que quiere quitarle los pilares de la casa por que no se ven bonitos.

Que lo político sea lo arquitectónico supone construir una casa bonita, funcional y sólidamente construida al alcance del propietario. Es decir, que se tome en cuenta las preferencias y necesidades, se respeten las restricciones económicas y se pueda construir con el presupuesto que se cuenta. En esta analogía Correa merece un puesto especial, puesto que lo que hizo en su gobierno fue construir la casa más bonita que se podía imaginar, aparentemente respetando las reglas de la ingeniería, aunque con un vicio oculto que le ha tocado corregir a los gobiernos subsiguientes.  Como todo buen populista, nos dio pan para hoy, hambre para mañana.

Lo político de las reformas

Luego de nuestra propuesta, un grupo de profesores encabezado por quien había sido nuestro profesor en ESPOL, Pablo Lucio-Paredes, proponía una reforma de reducción por $2,800 millones (900 de contracción del gasto en personal, 400 en renegociación de deuda y 1500 en reducción a los subsidios de los combustibles).  No estoy completamente en desacuerdo, pero esto es media receta.  La receta completa es para corregir todo el problema y por eso nuestra propuesta era un mix que incluía la elevación de ingresos permanentes.  La carga libertaria del Estado mínimo debe explicar en parte esa postura de aversión a más impuestos.  Salvo que habría que recordarles que una reducción de subsidios es equivalente a una elevación de impuestos.  En fin, hay que rescatar la coherencia ideológica de la propuesta en un entorno en donde estamos acostumbrados a decir lo que la gente quiere escuchar y no la verdad. Nótese la diferencia con los políticos que dicen lo que la gente no quiere escuchar hasta que termina convenciendo como el caso de Milei.

Esto me sirve como una buena introducción para indicar que la esencia de la discusión fiscal debe tener como antecedente una discusión política.  Lo malo es no dejarlo claro.  Si como sociedad creemos que: el Estado debe crecer o achicarse, debe cobrar impuestos progresivos o impuestos indirectos, reducir la pobreza o reducir la desigualdad; lo que creemos son en opciones políticas (de suyo opinables). Luego estas opciones y los intereses políticos se vuelven en restricciones que interactúan en el terreno de la economía política como un arte de saber gobernar. Finalmente hay un andarivel puramente económico que trata de descifrar si los objetivos son viables (¿Se puede sostener un déficit estructural del 5%?), si es eficiente una estructura tributaria (¿Qué costos tiene un impuesto menos horizontal que el IVA?), si es administrativamente fácil de evadir (¿Qué impacto tiene la exención sobre un rubro tan grande como materiales de construcción?), o la manera en que se afecta la distribución del ingreso (¿Cómo se compara la regresividad del IVA con el impuesto a los bancos -que no es lo mismo que a los banqueros?). 

Lo que sí parece inverosímil es decir que no se aumenten los impuestos porque quitan el dinero del bolsillo de la gente y al mismo tiempo sostener que se mantengan las exoneraciones tributarias (cerca de 6000 millones) que aunque la mitad correspondan a las exenciones del IVA, todavía existen otros 3000 millones para convenios de inversión, zonas francas y otras concesiones a empresas particulares.  Si no queremos más impuestos, insistamos en que no podemos dar concesiones particulares hacia futuro, habrá que respetar aquellas que se otorgaron a cambio de inversiones ejecutadas o para reducir la progresividad del IVA pero todas las demás habrá que examinarlas y parar a raya esta política de cara al futuro. No estoy seguro de que estén tan de acuerdo con esto, pero mantener ambas cosas no es coherente.  Peor aún exigir transferencias a gobiernos seccionales de esfuerzos de recaudación desde el gobierno central.  Esto no es un tema sencillo, pues me atacaran de centralista, pero si el gasto de los GADs no beneficia a salud, educación y seguridad que es lo que mas desea la gente cómo es posible que no se imponga una restricción a esa transferencia como contraparte a ese gasto y sigamos insistiendo en mas transferencias y a la vez no elevar los impuestos.  Bueno, esto solo se explica desde el populismo. 

Decir que el mejor impuesto es el que deja el dinero en el bolsillo de la gente es un ejemplo de no entender la diferencia entre la política y la economía.  Excepto claro está, que hayamos encontrado el caso en que la gente no le guste tener mas de su propio dinero. Es muy difícil hacer economía si la política se vuelve tan incoherente o hacer política que no respeta lo básico de la economía.

Lo político de los subsidios a los combustibles

La elevación de los precios de los combustibles es asociada con las respuestas violentas del movimiento indígena que hacen tambalear a todos los gobiernos (El asesor de Iza nos anticipa el afán estratégico de la protesta que está por venir).  La verdad es que no es posible abordar una reforma semejante sin entender adecuadamente esas restricciones políticas que podrían replicar esos intentos de rebelión.  Recomendar <<tabula rasa>> la eliminación a todos los subsidios a los combustibles es algo que puso en riesgo la democracia irresponsablemente en octubre del 2019.  Si a esto sumamos la amnistía a los líderes de esa protesta otorgada por la Asamblea en el 2021 entendemos porqué le reedición de ese fenómeno en el 2022 -que no sea por la oposición delincuencial que ahora conocemos de qué es capaz. 

En todo caso, tampoco es cierto que no se puedan tocar ninguno de los subsidios o que haya que esperar a un elaborado plan de implementación con tarjetas magnéticas, bases datos entrelazadas y sistemas inteligentes interconectados entre toda la infinidad de puntos donde se vende combustible a todo lo largo y ancho del país.  Eso sería necesario en una última fase de reforma y es un distractor del problema central en este momento. Las reformas producen un problema cuando se combinan los conflictos con los grupos de interés y los problemas de legitimidad en la eliminación de los subsidios.  Pero la falta de legitimidad sólo será un problema si se afectan los subsidios que impactan al precio de la electricidad, el transporte público y el precio de los alimentos.  Una reforma profunda a este problema deberá implicar reformas en esta materia, pero es posible primera fase sin tocarlos todavía ($1500 millones).

En todo caso, lo que parece importante para pasar a esa segunda fase de reforma ($3000 millones) es que la discusión política llegue a un consenso de si queremos mantener esa visión clientelar con respecto a la riqueza petrolera.  De hecho, pocos son los países petroleros que han logrado salir de esa condición, Venezuela siendo el caso cercano más paradigmático, en donde un metro cúbico de agua por el grifo cuesta más que un galón de gasolina en gasolinera.  Esto en parte explica el problema del déficit estructural del 5% del Ecuador -si elimináramos <<tabula rasa>> los subsidios a los combustibles, gas y electricidad podríamos recuperar 4,5% del PIB. 

Es por esa misma razón que se nos presenta una oportunidad de reforma relativamente sencilla en su primera fase. Si más de la mitad del consumo de derivados no va a generación termoeléctrica (una parte si por los estiajes que obligaron a los apagones recientes), a transporte de pasajeros o transporte de carga que lleva a alimentos: ¿a dónde va? ¿Quién lo consume? En términos gruesos ni mas ni menos que actividades ilegales: contrabando en frontera, trapicheo en alta mar, maquinaria de la minería ilegal, trafico intersectorial desde sectores subsidiados, producción de droga -curioso que el hallazgo de la droga en Vinces también hayan encontrado 18,000 galones de gasolina.  Esto es fácil de acabar desde lo político, pues nadie en un sano juicio va a defender mantener estos subsidios a esos sectores, peor si es fuente de ingreso de los que están en guerra con el Estado.

Este es parte del argumento político para una reforma que pronto espero compartirlo.  Por ahora debe entenderse bien el problema y no adelantarse a fases de la reforma que si requieren mas discusión política.  En esa segunda fase deberíamos discutir como sociedad cómo queremos repartir la riqueza petrolera: si a la manera africana o venezolana; o si la manera de un país que tiene un plan de desarrollo que aglutine al país en torno a beneficios que dignifiquen mas a sus ciudadanos como el cuidado de la salud de sus enfermos o la formación de los mas jóvenes a través de una buena educación.

Lo político de la desdolarización

Augusto de la Torre, en coincidencia con nosotros, nos advierte de los caminos de la desdolarización: emisión de dinero electrónico, crédito interno del BCE o emisión de deuda del MEF sin fuente de repago (Ver El Universo).  Eventualmente, nos dice con los de CORDES que en ese escenario de bimonetarismo una crisis puede afectar la confianza de la gente en los depósitos en el sistema financiero privado, y luego de eso, adiós a la dolarización. Parafraseando a Hurtado: “vendrá el correón”.

Pero lo que equivocamos los economistas es nuevamente la confusión de andariveles.  Si la sociedad no está de acuerdo con la salida de la dolarización: ¿cómo es posible que el gobierno termine desdolarizando?  No es que los economistas estén equivocados en advertir la seriedad del problema, es una cuestión de la sutileza del problema, que en alguna medida se parece a la fabula del pastor, el pueblo y el lobo.  De tanto jugar con que viene el lobo, llegará el día en que el pueblo no reaccione y el lobo se aproveche. 

Por si mismo el gasto público sin financiar no se puede pagar con emisión en dolarización, pues esta no es una herramienta de la que dispone un país dolarizado.  Pero en la medida que los gastos de sueldos u otros gastos vitales se empiecen a acumular, de algún lado tendrá que empezar a pagarse.  La forma más fácil es con una promesa que alguien este dispuesta a tomarla como medio de pago: un bono, un cete, un crédito tributario, un patacón o un correón.  El día en que políticamente decidamos empezar a pagar así es que abrimos la puerta para un dilema futuro, nos dice De la Torre. En ese día futuro, téngalo por seguro, ya no importará la dolarización, todos querrán que el Estado emita dinero para salvarlos (bien sea de una corrida de depósitos o de una suspensión del pago de salarios generalizada).  Por eso bien dice un economista Thomas Sargent, parafraseando la máxima de Friedman: “la inflación es siempre y en todo momento un fenómeno fiscal”.

Hasta aquí nada que no hayamos escuchado antes, quizás es la segunda advertencia de que viene el lobo.  Lo propicio sería recomendar un curso de acción para evitar entrar en el dilema.  Por ahora se me ocurre responder con más política, a la irresponsabilidad de los políticos de no subir impuestos permanentes o no bajar los subsidios.  Esto es, establecer por fuerza de los hechos una prelación de pago con el efectivo de la caja fiscal. Si no se pueden aumentar impuestos las transferencias a GADs entran a la cola, si no se bajan los subsidios a los sectores priorizados, a los no priorizados (fase I) se les calcula un precio que asuma parte de ese costo (propondría subir el diésel no $1.5/galón sino $3/galón a todos aquellos que no sean transportistas, carga pesada, generadores de energía o que no compren en el dispensador de la gasolinera).  Esto habría que implementarlo y no es muy complejo, pero hay que darle la legalidad requerida, ya que en estas circunstancias la autoridad de finanzas tiene toda la legitimidad requerida para evitar entrar en un dilema del que después nos lamentaremos.

Para un problema de seguridad con las maras en algo parecido al nuestro, El Salvador ha requerido de Bukele.  Para una crisis fiscal y de corrupción de la cosa pública de similares magnitudes, a la Argentina le ha tocado Milei. A falta de eso, a Ecuador le han tocado dos políticos muy hábiles, Correa y Nebot, que constantemente buscan privilegios sea cual sea el costo para el país. Al presidente Noboa me resta decirle que salvo que todos los ecuatorianos hagamos un cambio generalizado de actitud, que es posible desde la buena política, y en la línea que estamos sugiriendo, solo “sonsing inkredibol” salvaría al país de la crisis que se avecina.