domingo, 1 de junio de 2025

Reformas Económicas en Tiempos de Guerra

Alguna vez un amigo contaba lo que su padre recordaba de cuando emigró de Alemania: “¡Me decían que había llegado en una mala época, una época de crisis! Antes de morir le decía a su hijo, casi 60 años después: “Ecuador nunca ha dejado de pensar en esa idea de crisis, pero sin embargo aquí estamos, y en todo momento hemos seguido creciendo”.  Habría que pensar en esa idea a la luz de su etimología griega, de quiebre, de rompimiento, de krisis; porque realmente en Ecuador, salvo la crisis de 1999, no ha habido tal situación en los últimos 100 años. Nunca debemos olvidar esta idea cada vez que parece que deberíamos perder toda esperanza.

Lo que si vivimos es en una constante situación de incertidumbre.  Pero es una estampa que hemos aprendido administrar, no sin sus consecuentes impactos negativos.  Me gusta referir esta característica como la «máquina de volatilidad» que es el Ecuador. Estamos sujetos a desastres naturales -inundaciones, sequías, terremotos, erupciones, plagas, etcétera-, dependemos de commodities que constantemente son afectados por shocks de términos de intercambio -petróleo, camarón, banano, cacao, etcétera-, la estabilidad política es puesta constantemente al límite por las tensiones de grupos que obedecen a intereses regionales contrarios entre sí -indigenistas, ambientalistas, costeños, serranos, manabas, correístas y anticorreístas.  Lo realmente nuevo es el surgimiento del poder del narcotráfico y la guerra con los grupos de crimen organizado, a lo cual me he referido en tantas otras ocasiones.  Sin embargo, justamente por su complejidad no la trataré aquí, pero se pueden ver varias entradas en mi blog.  Mas bien voy a presentar los elementos de economía política que debemos considerar para una reforma económica en tiempos de guerra.

Muchos analistas, cautivos del fenómeno de refundación que produce nuestra «máquina de volatilidad», hace un par de semanas nos urgían ir hacia una constituyente, ya esta semana nos dicen que hay que retomar una letanía de reformas económicas.  Afortunadamente, las voces de la constituyente se están silenciando, dando paso a la idea de cambios acotadas basadas en problemas concretos que corregir (confrontar columna de Hernan Perez).  En este artículo trato de dar respuesta a la idea de la letanía de reformas económicas.

Si tomamos la entrevista de esta semana a Jose Hidalgo y Walter Spurrier en Contacto Directo tendremos una panorámica de la captura que produce nuestra «máquina de volatilidad».  De ellos escucharán la necesidad de hacer un ajuste fiscal, una reforma a la seguridad social, una reforma laboral, una reforma a las leyes que protegen a la inversión extranjera (especialmente la resolución de controversias), una reforma de los sectores estratégicos para promover inversión, la eliminación de subsidios a los combustibles, el incluir el dólar como moneda oficial en la constitución, etcétera, etcétera, etcétera.

Los cito como referencia porque creo que son buenos profesionales y porque son opiniones representativas de lo que piensan medios, redes sociales y un grupo de la población (neoliberales tipo Chicago).  Pero sin olvidar que, en la situación de polaridad reinante, el otro 45% de la población suscribe una tesis casi diametralmente opuesta a ésta en lo económico. Lo que propongo es cómo elaborar una estrategia para hacerlas realidad, una propuesta de economía política.  Para eso hace falta responder; ¿cuál es la verdad? ¿qué hacemos? ¿cómo pensamos el futuro? ¿cuándo intercalamos la guerra?

¿Cuál es la verdad?

Refiero en esta parte al seguimiento de coyuntura y encuestas que mantienen mis colegas Manuel Gonzales y Jose Luis Masson. Ahí se abunda en datos que yo he optado por no mencionar demasiados, aquí me concentro en lo que considero los dos problemas más importantes en materia económica de la coyuntura actual.

Primero, la situación económica del Ecuador es para de un estancamiento de crecimiento.  Esto tiene una consecuente implicación sobre el aumento de la informalidad laboral, el aumento de la emigración, pues una economía estancada no puede crear empleos sostenidamente, (g<n). Este es el problema más persistente, y en largo plazo, quizás el más complejo de resolver.  La capacidad de inversión y creación de empresas no la veo solamente limitada por la incertidumbre que produce la «máquina de volatilidad», también advierto que los altos costos relativos de producir en Ecuador y, el no saber enfocarse en la demanda del resto del mundo, como las principales limitantes que debemos superar.  En todo caso, conviene advertir que los niveles de informalidad del Ecuador, con subempleo del 45%, no son un tema nuevo, ni tampoco un tema que lo tengan resuelto en ningún país de América Latina.  A manera de resumen esta cantidad de gente no puede ser empleada por lo público, el motor económico tiene que ser lo privado.

Segundo, la situación de las finanzas públicas es de poquísimo margen de maniobra -un déficit fiscal permanente del 5% del PIB que bordea lo insostenible (con r>g). Esto se puede desglosar en un Estado sobre endeudado, con ingresos fiscales inestables, con un sector privado que no tolera más impuestos, con un presupuesto rígido en gastos de personal, con poquísima capacidad de inversión en infraestructura, y con una colección de subsidios costosos e ineficientes en combustibles y seguridad social, difícilmente saldrá de la etapa de ajuste fiscal. No es creíble sostener otro ajuste por la vía de impuestos o reestructuración de deuda pues, ya lo hemos hecho y no ha dado resultado.  Todo se encamina a que debe comenzarse una reducción del gasto público con reformas legales que lo soporten para no entrar nuevamente en problemas más complejos. A los social demócratas tipo Keynes les cuesta entender esto, que no hay espacio para la reactivación desde lo público cuando las cuentas fiscales son insostenibles. Por eso veo con atención los experimentos de Milei con la contracción del gasto, sueño en que finalmente entendamos el problema que está detrás de los subsidios a los combustibles y la seguridad social pues no tienen otra alternativa que cortarse. Ojalá me equivoque desde lo político, pues el presidente Noboa ha demostrado una capacidad de liderazgo que no hay que desconocer, pero la respuesta de la sociedad civil en este tema difícilmente será favorable.

¿Qué hacemos?

El principal problema que tengo con la idea de la letanía de las reformas es que hay que priorizar política y económicamente.  Cuando pensamos en lo político debemos pensar como en un plano arquitectónico a construirse.  Esta idea se la debo a los filósofos, y después de mucho cavilar me he convencido de que no corresponde confrontar lo político contra lo técnico (o arquitectónico versus lo estructural).  Lo más saludable es pensar en que lo político debe hacer viable gracias a lo técnico y no confrontarse.

Las restricciones que impone la economía política, o la real politik si prefieren, las he mencionada en otras ocasiones: 1) La política debe tratar sobre hechos y circunstancias realizables.  Por ejemplo, si en una consulta popular reciente se negó la posibilidad del trabajo por hora y el arbitraje internacional, hay que consultar con lo político si esa pelea es razonable. 2) La política debe tratar sobre sus acciones y sus consecuencias, no sobre la teoría y sus supuestos. Esto es, si las reformas a los subsidios de los combustibles o a la seguridad social tocan a grupos de interés que no entendemos adecuadamente emprender una reforma así es ingenuo. 3) La política no se puede abstraer de las realidades históricas. Si la cultura del ecuatoriano se ha acostumbrado a la corrupción de la cosa pública proponer una expansión de la obra pública va a suponer una gran ineficiencia por pérdidas de corrupción y obras que terminarán en escándalos.  4) La política es un arte difícil de codificar y sistematizar.  La manera en cómo priorizar las reformas dependerá mucho de las condiciones concretas a las que se enfrente la coyuntura, pensar rígidamente puede complicar el problema.  En esto último, el presidente Noboa nos ha demostrado ser muy perspicaz.

Aun así, los economistas debemos ser capaces de pasarle una lista de prioridades de reformas económicas a los políticos.  En este sentido una metodología útil es Rodrik, Hausmann y Velasco (2005).  Su esquema consiste en anotar una colección de temas que pueden estar limitando el crecimiento económico: problemas de oferta y demanda -adjunto una imagen al final-; también una comprensión dinámica de los problemas -una vez resuelto un problema, otro se puede ser mas restrictivo y cambiar la prelación; un reconocimiento de la necesidad de ir con pocas reformas -habida cuenta de los costos políticos, humanos, financieros, legales y culturales que las reformas demandan.  En resumen, aquí encarno mi condición de constructor de obras de ingeniería sanitaria, tal como dice Duflo (2017) hay que tomar el rol de gasfitero -o fontanero- e ir a reparar los sistemas de redes que están funcionando, mientras siguen operando, destapando partes y revisando otras nuevas donde sea más urgente la siguiente reparación.  Pero es casi imposible permitirse suspender el sistema y construir uno nuevo, esto produciría un hiato prolongado e inaceptable a los usuarios; en lo político diríamos que no está dentro de las fronteras de posibilidad política de ningún reformador.

Como verán yo no me atrevo todavía a sugerir unas reformas, sólo unos criterios para escogerlas, condicionado a lo que nos diga la política.  Pero aún más importante, porque en el contexto de la guerra actual es fundamental, es conocer las restricciones que exige una guerra semejante sobre una economía pública muy exigua, antes de elegir qué reformar. A buen seguro, el primer paso para ganar esta guerra será incluirla dentro del proceso presupuestario con el conjunto de un paquete de reformas que se están considerando. Es este el elefante en la sala del cual no escucho a muchos hablar -cálculos a mano alzada nos dicen que esta guerra podría costar entre 2% y 4% del PIB -entre gastos de capital y gastos corrientes por cada año durante los próximos 10 años.

¿Cómo pensamos el cambio de cara al futuro?

En el 2022, una comisión presidida por Augusto de La Torre y otros economistas planteó los problemas al componente previsional de la seguridad social, adicionalmente proponía varias alternativas de reforma que suponían: cambios paramétricos -edad de jubilación, aportes, máximos de subsidios; cambios organizacionales; ajustes macro fiscales, entre otros temas, todos de grandes implicaciones sobre la estabilidad política.  Es para mi una muy buena propuesta técnica con un gran pecado, debió mirar el problema más urgente de la seguridad social desde lo político: la salud.  En todo caso, habría que pensar como complementar ese aspecto de la reforma para que esta reforma pueda ser viable políticamente.  Yo no descartaría la necesidad de vincularla con la reforma laboral de suerte que pase a ser la mega reforma del futuro. Como dicen los especialistas, no hace mucho sentido en pensar en una reforma a la seguridad social sin mirar el tema del mercado laboral y sus proyecciones de largo plazo, vinculadas entre otras a la tasa de crecimiento vegetativa (n) y a la tasa de crecimiento real del Ecuador (g).

También considero en qué podríamos avanzar en la reforma de los subsidios a los combustibles y crimen organizado por la vía de comprender los canales que generan los conflictos: agravios económicos o apropiación de rentas. Rumbea y Villa-Cox (2025) muestran el éxito de la terminación del subsidio a la gasolina super en 2018, al diésel camaronero en 2022 y a la gasolina regular en 2024 donde profundizamos cuáles eran los mecanismos que nos llevaban en el pasado a producir conflictos violentos como los de octubre del 2019 o junio del 2022.  La comprensión adecuada de los canales por los que la reforma genera el conflicto será vital para el éxito de una reforma que nos enfrente a las rentas de las que lucran los grupos de crimen organizado -aproximadamente 2% PIB.

Hace falta profundizar la integración financiera por múltiples vías.  Conforme un estudio realizado con un colega, Diaz y Rumbea (2022), concluíamos que países como El Salvador -otro país dolarizado- tenían en promedio tres puntos porcentuales menos de margen de intermediación que Ecuador. Allí hipotetizábamos que la concentración de la banca era un factor importante de la explicación.  Esto hay que seguir investigándolo para indicar cómo orientar a la política, y llegar a operaciones de crédito a niveles del 9% en promedio (r), como tiene El Salvador y no del 12% como en Ecuador. Toda vez que para las empresas grandes la comparación es 4% contra 7%. En el largo plazo una diferencia así genera un abismo para las posibilidades de crecimiento de largo plazo de un país. Nótese que no estoy comparando con ningún país industrializado.

Como verán aquí no menciono todos los temas de siempre, pero en cualquier caso insisto en pensar rigurosamente en los desafíos para entenderlos realmente.  No ganamos nada pensando desde lo ideológico, si lo que proponemos no tiene un sólido fundamento antes de pasar a ser discutido políticamente.  Ahí radica el desafío de nuestra profesión de cara al futuro.  De hecho, así como estos temas mencionados hay una colección de temas que por espacio no podemos esbozar, pero el punto ya está claramente demostrado. Conforme se vaya cambiando la frontera de posibilidades políticas debemos tener comprendidas las reformas (propuesta y evaluación) para que con la debida orientación (lo político del gobierno) se proceda a lo práctico (comunicación e implementación). 

¿Cuándo intercalamos la novedad de la guerra?

La situación de la guerra con las bandas de crimen organizado vinculadas al narcotráfico es un problema con un enemigo trasnacional, hay que afrontarlo como tal, desde la sociedad civil, las instituciones del Estado y la cooperación internacional.  Sin desviarme demasiado hacia ese tema, aquí me bastan dos ideas clave en las consecuencias económicas de esta guerra.

La primera es la proliferación de una economía sumergida vinculada a lo narco: narcotráfico, minería ilegal, tráfico de combustible, venta ilegal de armas, compra venta de bienes raíces, lavado a través de espectáculos y deportes, captura de actividades de servicio comercial (restaurantes, viajes, moda, decoraciones, vehículos de alta gama - ¡si Ferrari y Lamborghini!).  Aunque puedan producir un pequeño impulso directo sobre la demanda, no corresponde a los niveles de generación de empleo, crecimiento económico y pago de impuestos que producen las actividades formales.  Anecdóticamente tan inapropiado como inexacto es llamar a estos capos como empresarios cuando rara vez crean valor, empleo o pagan tributos.  La consecuencia negativa más importante es que los verdaderos empresarios o competidores de estos negocios se afectan por señales falsas de mercado, muchas veces promovidas por un negocio subyacente de narcotráfico y que llevan a otros a tomar decisiones de expansión o crecimiento erradas y con las consecuentes implicaciones negativas para la economía real.

La segunda es de carácter macroeconómico, el uso del dinero en efectivo fuera del sistema financiero reduce las posibilidades de profundización del crédito que repercute en la inversión y luego en el crecimiento.  Al aumentar estos flujos de dinero narco, los precios relativos de la economía local se elevan artificialmente en relación con los del resto del mundo, esto resta competitividad a la vez que aumenta la dependencia de estas fuentes ilícitas de fondos.  En el largo plazo podríamos estar plagados de un problema que se conoce en economía, nunca mejor dicho, la enfermedad holandesa.  Habida cuenta que Holanda es uno de los destinos preferidos en Europa de la cocaína exportada desde Ecuador.

§

Dicen que toda historia tiene una moraleja, sólo hay que saber buscarla.  Para la historia de las reformas económicas en tiempo de guerra yo no encuentro mejor moraleja que los poemas heroicos de Homero.  Cuando Ulises emprendió su viaje de vuelta a Ítaca, a diferencia de Aquiles, desplegó todo su ingenio y habilidad para enfrentar todos los desafíos que tenía por delante. Superándolos más que con su voluntad, con su inteligencia. Así debería afrontar las reformas económicas el Ecuador, no como letanías, sí como estrategia.

 

Anexo: Esquema de Diagnóstico de Problemas de Crecimiento Rodrik, Hausmann y Velasco (2005)