Alguna vez un amigo contaba lo que su padre recordaba de cuando emigró de Alemania: “¡Me decían que había llegado en una mala época, una época de crisis!
Antes de morir le decía a su hijo, casi 60 años después: “Ecuador nunca ha
dejado de pensar en esa idea de crisis, pero sin embargo aquí estamos, y en todo
momento hemos seguido creciendo”. Habría
que pensar en esa idea a la luz de su etimología griega, de quiebre, de
rompimiento, de krisis; porque realmente en Ecuador, salvo la crisis de
1999, no ha habido tal situación en los últimos 100 años. Nunca debemos olvidar
esta idea cada vez que parece que deberíamos perder toda esperanza.
Lo que si vivimos es en
una constante situación de incertidumbre.
Pero es una estampa que hemos aprendido administrar, no sin sus
consecuentes impactos negativos. Me
gusta referir esta característica como la «máquina de volatilidad» que es el
Ecuador. Estamos sujetos a desastres naturales -inundaciones, sequías,
terremotos, erupciones, plagas, etcétera-, dependemos de commodities que
constantemente son afectados por shocks de términos de intercambio -petróleo,
camarón, banano, cacao, etcétera-, la estabilidad política es puesta
constantemente al límite por las tensiones de grupos que obedecen a intereses regionales
contrarios entre sí -indigenistas, ambientalistas, costeños, serranos, manabas,
correístas y anticorreístas. Lo realmente
nuevo es el surgimiento del poder del narcotráfico y la guerra con los grupos
de crimen organizado, a lo cual me he referido en tantas otras ocasiones. Sin embargo, justamente por su complejidad no
la trataré aquí, pero se pueden ver varias entradas en mi blog. Mas bien voy a presentar los elementos de
economía política que debemos considerar para una reforma económica en tiempos
de guerra.
Muchos analistas,
cautivos del fenómeno de refundación que produce nuestra «máquina de volatilidad»,
hace un par de semanas nos urgían ir hacia una constituyente, ya esta semana
nos dicen que hay que retomar una letanía de reformas económicas. Afortunadamente, las voces de la constituyente
se están silenciando, dando paso a la idea de cambios acotadas basadas en
problemas concretos que corregir (confrontar columna de Hernan Perez). En este
artículo trato de dar respuesta a la idea de la letanía de reformas económicas.
Si tomamos la entrevista
de esta semana a Jose Hidalgo y Walter Spurrier en Contacto Directo tendremos una
panorámica de la captura que produce nuestra «máquina de volatilidad». De ellos escucharán la necesidad de hacer un
ajuste fiscal, una reforma a la seguridad social, una reforma laboral, una
reforma a las leyes que protegen a la inversión extranjera (especialmente la
resolución de controversias), una reforma de los sectores estratégicos para
promover inversión, la eliminación de subsidios a los combustibles, el incluir el
dólar como moneda oficial en la constitución, etcétera, etcétera, etcétera.
Los cito como referencia
porque creo que son buenos profesionales y porque son opiniones representativas
de lo que piensan medios, redes sociales y un grupo de la población
(neoliberales tipo Chicago). Pero sin
olvidar que, en la situación de polaridad reinante, el otro 45% de la población
suscribe una tesis casi diametralmente opuesta a ésta en lo económico. Lo que propongo
es cómo elaborar una estrategia para hacerlas realidad, una propuesta de
economía política. Para eso hace falta
responder; ¿cuál es la verdad? ¿qué hacemos? ¿cómo pensamos el futuro? ¿cuándo
intercalamos la guerra?
¿Cuál es la verdad?
Refiero en esta parte al
seguimiento de coyuntura
y encuestas que mantienen mis colegas Manuel Gonzales y Jose Luis
Masson. Ahí se abunda en datos que yo he optado por no mencionar demasiados, aquí
me concentro en lo que considero los dos problemas más importantes en materia
económica de la coyuntura actual.
Primero, la situación
económica del Ecuador es para de un estancamiento de crecimiento. Esto tiene una consecuente implicación sobre
el aumento de la informalidad laboral, el aumento de la emigración, pues una
economía estancada no puede crear empleos sostenidamente, (g<n). Este es el
problema más persistente, y en largo plazo, quizás el más complejo de resolver. La capacidad de inversión y creación de
empresas no la veo solamente limitada por la incertidumbre que produce la «máquina
de volatilidad», también advierto que los altos costos relativos de producir en
Ecuador y, el no saber enfocarse en la demanda del resto del mundo, como las
principales limitantes que debemos superar.
En todo caso, conviene advertir que los niveles de informalidad del
Ecuador, con subempleo del 45%, no son un tema nuevo, ni tampoco un tema que lo
tengan resuelto en ningún país de América Latina. A manera de resumen esta cantidad de gente no
puede ser empleada por lo público, el motor económico tiene que ser lo privado.
Segundo, la situación de
las finanzas públicas es de poquísimo margen de maniobra -un déficit fiscal
permanente del 5% del PIB que bordea lo insostenible (con r>g). Esto se
puede desglosar en un Estado sobre endeudado, con ingresos fiscales inestables,
con un sector privado que no tolera más impuestos, con un presupuesto rígido en
gastos de personal, con poquísima capacidad de inversión en infraestructura, y
con una colección de subsidios costosos e ineficientes en combustibles y seguridad
social, difícilmente saldrá de la etapa de ajuste fiscal. No es creíble sostener
otro ajuste por la vía de impuestos o reestructuración de deuda pues, ya lo
hemos hecho y no ha dado resultado. Todo
se encamina a que debe comenzarse una reducción del gasto público con reformas
legales que lo soporten para no entrar nuevamente en problemas más complejos. A
los social demócratas tipo Keynes les cuesta entender esto, que no hay espacio
para la reactivación desde lo público cuando las cuentas fiscales son
insostenibles. Por eso veo con atención los experimentos de Milei con la
contracción del gasto, sueño en que finalmente entendamos el problema que está detrás
de los subsidios a los combustibles y la seguridad social pues no tienen otra
alternativa que cortarse. Ojalá me equivoque desde lo político, pues el presidente Noboa ha demostrado una capacidad de liderazgo que no hay que
desconocer, pero la respuesta de la sociedad civil en este tema difícilmente será
favorable.
¿Qué hacemos?
El principal problema que
tengo con la idea de la letanía de las reformas es que hay que priorizar política
y económicamente. Cuando pensamos en lo
político debemos pensar como en un plano arquitectónico a construirse. Esta idea se la debo a los filósofos, y
después de mucho cavilar me he convencido de que no corresponde confrontar lo político
contra lo técnico (o arquitectónico versus lo estructural). Lo más saludable es pensar en que lo político
debe hacer viable gracias a lo técnico y no confrontarse.
Las restricciones que
impone la economía política, o la real politik si prefieren,
las he mencionada en otras ocasiones: 1) La política debe tratar sobre hechos y
circunstancias realizables. Por ejemplo,
si en una consulta popular reciente se negó la posibilidad del trabajo por hora
y el arbitraje internacional, hay que consultar con lo político si esa pelea es
razonable. 2) La política debe tratar sobre sus acciones y sus consecuencias,
no sobre la teoría y sus supuestos. Esto es, si las reformas a los subsidios de
los combustibles o a la seguridad social tocan a grupos de interés que no entendemos
adecuadamente emprender una reforma así es ingenuo. 3) La política no se puede
abstraer de las realidades históricas. Si la cultura del ecuatoriano se ha
acostumbrado a la corrupción de la cosa pública proponer una expansión de la
obra pública va a suponer una gran ineficiencia por pérdidas de corrupción y
obras que terminarán en escándalos. 4) La
política es un arte difícil de codificar y sistematizar. La manera en cómo priorizar las reformas
dependerá mucho de las condiciones concretas a las que se enfrente la
coyuntura, pensar rígidamente puede complicar el problema. En esto último, el presidente Noboa nos ha
demostrado ser muy perspicaz.
Aun así, los economistas debemos
ser capaces de pasarle una lista de prioridades de reformas económicas a los
políticos. En este sentido una
metodología útil es Rodrik, Hausmann y Velasco (2005). Su esquema consiste en anotar una colección
de temas que pueden estar limitando el crecimiento económico: problemas de
oferta y demanda -adjunto una imagen al final-; también una comprensión dinámica
de los problemas -una vez resuelto un problema, otro se puede ser mas
restrictivo y cambiar la prelación; un reconocimiento de la necesidad de ir con
pocas reformas -habida cuenta de los costos políticos, humanos, financieros,
legales y culturales que las reformas demandan.
En resumen, aquí encarno mi condición de constructor de obras de ingeniería
sanitaria, tal como dice Duflo (2017) hay que tomar el rol de gasfitero -o
fontanero- e ir a reparar los sistemas de redes que están funcionando, mientras
siguen operando, destapando partes y revisando otras nuevas donde sea más
urgente la siguiente reparación. Pero es
casi imposible permitirse suspender el sistema y construir uno nuevo, esto
produciría un hiato prolongado e inaceptable a los usuarios; en lo político diríamos
que no está dentro de las fronteras de posibilidad política de ningún reformador.
Como verán yo no me
atrevo todavía a sugerir unas reformas, sólo unos criterios para escogerlas,
condicionado a lo que nos diga la política.
Pero aún más importante, porque en el contexto de la guerra actual es
fundamental, es conocer las restricciones que exige una guerra semejante sobre
una economía pública muy exigua, antes de elegir qué reformar. A buen seguro,
el primer paso para ganar esta guerra será incluirla dentro del proceso
presupuestario con el conjunto de un paquete de reformas que se están
considerando. Es este el elefante en la sala del cual no escucho a muchos
hablar -cálculos a mano alzada nos dicen que esta guerra podría costar entre 2%
y 4% del PIB -entre gastos de capital y gastos corrientes por cada año durante
los próximos 10 años.
¿Cómo pensamos el cambio de
cara al futuro?
En el 2022, una comisión
presidida por Augusto de La Torre y otros economistas planteó los problemas al
componente previsional de la seguridad social, adicionalmente proponía varias
alternativas de reforma que suponían: cambios paramétricos -edad de jubilación,
aportes, máximos de subsidios; cambios organizacionales; ajustes macro
fiscales, entre otros temas, todos de grandes implicaciones sobre la estabilidad
política. Es para mi una muy buena
propuesta técnica con un gran pecado, debió mirar el problema más urgente de la
seguridad social desde lo político: la salud.
En todo caso, habría que pensar como complementar ese aspecto de la
reforma para que esta reforma pueda ser viable políticamente. Yo no descartaría la necesidad de vincularla
con la reforma laboral de suerte que pase a ser la mega reforma del futuro.
Como dicen los especialistas, no hace mucho sentido en pensar en una reforma a
la seguridad social sin mirar el tema del mercado laboral y sus proyecciones de
largo plazo, vinculadas entre otras a la tasa de crecimiento vegetativa (n) y a
la tasa de crecimiento real del Ecuador (g).
También considero en qué
podríamos avanzar en la reforma de los subsidios a los combustibles y crimen
organizado por la vía de comprender los canales que generan los conflictos:
agravios económicos o apropiación de rentas. Rumbea y Villa-Cox (2025) muestran
el éxito de la terminación del subsidio a la gasolina super en 2018, al diésel
camaronero en 2022 y a la gasolina regular en 2024 donde profundizamos cuáles
eran los mecanismos que nos llevaban en el pasado a producir conflictos violentos
como los de octubre del 2019 o junio del 2022.
La comprensión adecuada de los canales por los que la reforma genera el
conflicto será vital para el éxito de una reforma que nos enfrente a las rentas
de las que lucran los grupos de crimen organizado -aproximadamente 2% PIB.
Hace falta profundizar la
integración financiera por múltiples vías.
Conforme un estudio realizado con un colega, Diaz y Rumbea (2022),
concluíamos que países como El Salvador -otro país dolarizado- tenían en
promedio tres puntos porcentuales menos de margen de intermediación que Ecuador.
Allí hipotetizábamos que la concentración de la banca era un factor importante
de la explicación. Esto hay que seguir investigándolo
para indicar cómo orientar a la política, y llegar a operaciones de crédito a
niveles del 9% en promedio (r), como tiene El Salvador y no del 12% como en
Ecuador. Toda vez que para las empresas grandes la comparación es 4% contra 7%.
En el largo plazo una diferencia así genera un abismo para las posibilidades de
crecimiento de largo plazo de un país. Nótese que no estoy comparando con ningún
país industrializado.
Como verán aquí no
menciono todos los temas de siempre, pero en cualquier caso insisto en pensar
rigurosamente en los desafíos para entenderlos realmente. No ganamos nada pensando desde lo ideológico,
si lo que proponemos no tiene un sólido fundamento antes de pasar a ser discutido
políticamente. Ahí radica el desafío de
nuestra profesión de cara al futuro. De
hecho, así como estos temas mencionados hay una colección de temas que por
espacio no podemos esbozar, pero el punto ya está claramente demostrado.
Conforme se vaya cambiando la frontera de posibilidades políticas debemos tener
comprendidas las reformas (propuesta y evaluación) para que con la debida
orientación (lo político del gobierno) se proceda a lo práctico (comunicación e
implementación).
¿Cuándo intercalamos la
novedad de la guerra?
La situación de la guerra
con las bandas de crimen organizado vinculadas al narcotráfico es un problema
con un enemigo trasnacional, hay que afrontarlo como tal, desde la sociedad
civil, las instituciones del Estado y la cooperación internacional. Sin desviarme demasiado hacia ese tema, aquí
me bastan dos ideas clave en las consecuencias económicas de esta guerra.
La primera es la
proliferación de una economía sumergida vinculada a lo narco: narcotráfico, minería
ilegal, tráfico de combustible, venta ilegal de armas, compra venta de bienes raíces,
lavado a través de espectáculos y deportes, captura de actividades de servicio
comercial (restaurantes, viajes, moda, decoraciones, vehículos de alta gama - ¡si
Ferrari y Lamborghini!). Aunque puedan
producir un pequeño impulso directo sobre la demanda, no corresponde a los
niveles de generación de empleo, crecimiento económico y pago de impuestos que
producen las actividades formales. Anecdóticamente
tan inapropiado como inexacto es llamar a estos capos como empresarios cuando
rara vez crean valor, empleo o pagan tributos.
La consecuencia negativa más importante es que los verdaderos
empresarios o competidores de estos negocios se afectan por señales falsas de
mercado, muchas veces promovidas por un negocio subyacente de narcotráfico y
que llevan a otros a tomar decisiones de expansión o crecimiento erradas y con
las consecuentes implicaciones negativas para la economía real.
La segunda es de carácter
macroeconómico, el uso del dinero en efectivo fuera del sistema financiero
reduce las posibilidades de profundización del crédito que repercute en la
inversión y luego en el crecimiento. Al aumentar
estos flujos de dinero narco, los precios relativos de la economía local se elevan
artificialmente en relación con los del resto del mundo, esto resta competitividad
a la vez que aumenta la dependencia de estas fuentes ilícitas de fondos. En el largo plazo podríamos estar plagados de
un problema que se conoce en economía, nunca mejor dicho, la enfermedad holandesa. Habida cuenta que Holanda es uno de los
destinos preferidos en Europa de la cocaína exportada desde Ecuador.
§
Dicen que toda historia
tiene una moraleja, sólo hay que saber buscarla. Para la historia de las reformas económicas
en tiempo de guerra yo no encuentro mejor moraleja que los poemas heroicos de
Homero. Cuando Ulises emprendió su viaje
de vuelta a Ítaca, a diferencia de Aquiles, desplegó todo su ingenio y
habilidad para enfrentar todos los desafíos que tenía por delante. Superándolos
más que con su voluntad, con su inteligencia. Así debería afrontar las reformas
económicas el Ecuador, no como letanías, sí como estrategia.
Anexo: Esquema de Diagnóstico de Problemas
de Crecimiento Rodrik, Hausmann y Velasco (2005)
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