Hace 10 años escribí una carta de lo que esperaba del gobierno de Rafael Correa, hoy a pesar de que intentó darles solución a esos problemas, la verdad es que se han agravado. Sin embargo, mi enfoque era de orden económico; ahora escribo esta carta con un enfoque más personal al candidato Guillermo Lasso.
Ecuador es un país pequeño y en
relativa inferioridad respecto al resto del mundo. No seremos los más fuertes, los más educados
o los más ricos; pero somos gente de bien. Somos
más bien pacíficos, emprendedores, solidarios y de una espiritualidad
consecuente con sus actos; y pueblo de esperanzas e ilusiones. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, se
nos ha querido inculcar una ideología política que nos divide entre categorías
propicias para la manipulación política; y este es el caldo de cultivo para que
la violencia política, muchas veces financiada por el narcotráfico, nos convierta
en un país violento. Somos un pueblo pacífico, no queremos
que entren las guerrillas que desestabilizaron a nuestros vecinos, ni tampoco
al narcotráfico o a la mafia.
Hemos tenido la más intensa y
prolongada bonanza petrolera de la historia del Ecuador. Sin embargo, el Estado no pudo eliminar los
problemas económicos de la falta de crecimiento y empleo a pesar de su exorbitante
gasto público y subsidios. Nosotros somos emprendedores porque confiamos
en que por la iniciativa privada saldremos nosotros mismos adelante y no con un
Estado sustituto de la responsabilidad personal.
La hegemonía política del
gobierno también ha eliminado muchos controles y nos ha impuesto una moralidad
corrompida. Legalizó el microtráfico de las
drogas y ha facilitado la corrupción en el gobierno y la manipulación de la
justicia que ha permitido florecer a los ladrones, vagos, mentirosos, etc
(…). Nosotros somos un pueblo de una moral natural reforzada por nuestros
padres y no queremos estas intervenciones que rompen su unidad y
consecuencia entre el actuar y pensar que tanto les hace falta a nuestras
familias. Esto se lo debemos a nuestros
hijos, sino para el próximo terremoto nos derrumbamos por completo como pueblo.
Seremos pequeños, seremos más
débiles, más pobres que otros países, pero nuestra condición externa no nos ha
limitado como pueblo. Porque somos gente
que pelea de abajo hacia arriba y que logra lo que se propone. Somos como el Tigre de Guayaquil, amable y
bueno con su amo pero que si se siente amenazado por un extraño es capaz de
defenderse con toda su fuerza de animal salvaje. Eso somos los ecuatorianos. Los mismos que llevaron a la Selección
Nacional a los mundiales, los mismos que defendieron al Ecuador en el Conflicto
del Cenepa y los mismos que acudieron al rescate de su gente en el Terremoto de
Manabí.
Solo tengo un candidato que se identifica
con quiénes somos y es Usted. En esta
segunda vuelta, le toca a usted conectarse con el pueblo apelando a lo que somos;
y según los resultados de las votaciones, lo que queremos seguir siendo. Sé que es tarea difícil, pero a pesar de que
nuestros políticos tradicionales mantienen dos discursos, uno el que dicen y
otro el cómo actuan. La coyuntura política le ha abierto un
espacio y debe aprovecharla durante la campaña en base a esta estrategia de: ¿quiénes
somos y por quién debemos votar? Esta es
mi recomendación, no desmaye en mantener una campaña de altura a pesar de que
adversarios y sus nuevos aliados le indiquen lo contrario; ya es hora del
cambio. No olvide que como decía el
papa Benedicto, la verdadera política es la forma más alta de caridad.
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