miércoles, 15 de junio de 2022

Cuando las Armas Hablan las Leyes Callan

Prepárate para la guerra para que vivamos en paz, decía Cicerón.  Y así titulaba mi entrega respecto a lo que opinaba de las protestas del 2019 hace casi tres años atrás: Si vis Pacem, para Bellus. Más allá de todo lo que se pueden decir de cómo finalmente se abatió la protesta y cómo el país regreso a su calma desde el 13 de octubre, hoy me parece que estamos pagando las consecuencias de otorgar amnistía a los responsables de los actos de subversión de esa época. 

Hoy nos enfrentamos a la idea de que el derecho a protesta social es sinónimo de derecho a hacer lo que me venga en gana. Actos de violencia como el vandalismo a infraestructura petrolera, plantaciones florícolas, carros de policía; amén de: saqueos, secuestros y atentados contra la vida (directos e indirectos - al suspender las vías que comunican centros médicos y hospitales). En el relato de los desestabilizadores quedaron los 8 protestantes que murieron, muchos de ellos en condiciones accidentales, pero hubo al menos 400 policías heridos en los enfrentamientos y dos civiles muertos resultado de impedir que ambulancias o heridos transiten hacia su destino a pesar de no tener ningún vínculo con las protestas de ese entonces.  Eso son las víctimas silenciosas de la violencia.

Hay dirigentes estudiantiles, como el que entrevista Boscan, que afirman que es completamente legítimo el recurso a la violencia porque hace falta hacer escuchar la voz de los manifestantes.  En mi opinión, la visión de izquierda de este tema estaba afincada en las ideas respecto a la violencia de Walter Benjamin, un pensador judío-alemán que se suicidara tempranamente durante la II Guerra Mundial.  Su argumento era criticar la idea de la legitimidad de la violencia independiente de si es un medio para un fin sino como opuesto al orden.   Argumentaba en Para una crítica de la violencia:

<<La violencia como medio es siempre o bien fundadora de derecho o conservadora de derecho.  En caso de no reivindicar alguno de estos dos predicados, renuncia a toda validez>>.

Nótese la diferencia de lo que decía el Benjamin con lo que propone el movimiento violentista liderado por Iza y compañía, como claramente lo exponen en su libro Estallido, para que a nadie le quede un espacio a la duda:

<<Octubre raya en la epopeya.  Acontecimiento preñado de rebeldía. Síntesis del trabajo voluntario masivo y de la honda capacidad destructiva/constructiva de los populares…Pero esta hazaña, a pesar de todo, dista aún de alcanzar el fondo de necesaria radicalidad del verso subversivo.  No fue aún Revolución. ¿Qué demanda la historia para que el esfuerzo de la clase trabajadora decadente en una sociedad construida a su imagen y semejanza? Entre otros aspectos, que la vanidad y el espíritu de secta de la izquierda, y de la humanidad, se hagan añicos, y tras naufragar en sus propias nimiedades, se tornen en forma mancomunada de sensatez y voluntad de poder>>.

Es una apología a la violencia por la violencia y por tanto renunciaría a toda validez. Pero, aunque ellos creen referir a Benjamin párrafos mas adelante, parece que no entienden su tesis de violencia como manera generadora de orden. Que si cualquier cosa justifica la tesis que yo propongo: que la violencia justifica la necesidad de un orden impuesto por la fuerza, que explico a continuación

¿Qué respuesta política podemos dar a un estado de violencia como el que nos aprestamos a repetir? Si la protesta social es una excusa para anarquizar el país, y el régimen democrático normal no sabe cómo lidiar con procesos violentos como la contención de protestas anárquicas.  La solución es el estado de excepción.  Esto es, pensando como en el caso chileno, no seamos democráticos hasta el extremo de que dejemos que los violentos antidemocráticos acaben con la democracia. De manera que, cuando mañana vivamos en una anarquía, algunos puedan decir que cuando en democracia nunca fuimos autoritarios, sino que derechamente pasamos a una anarquía.  El estado de excepción es la única forma de salir de esta paradoja.

Por eso el mismo el romano Cicerón, y por eso se dice todos los caminos conducen a Roma, también decía que cuando las armas hablan las leyes callan -inter arma, silent leges.  Esto mismo es lo que se requiere hacer en el Ecuador, que se interponga un recurso para parar a raya la escalada violenta antes de que tengamos que sufrir las consecuencias.

Finalmente, conviene una reflexión respecto al recurso de la protesta social en democracia.  En este sentido, debemos reconocer el significado de que convivimos en una sociedad de iguales y libres como nos enseñaron el mundo cristiano y la Ilustración.  Y, por tanto, la forma de participación política puede excepcionalmente ser activista y protestante, pero de ordinario, el ciudadano debe ejercer la política a través de una convivencia pacífica.   Porque imponer nuestros puntos de vista a la fuerza es esencialmente antidemocrático y por tanto en alguna medida injusto.  Salvo que, para contadas excepciones, la protesta proteja a la sociedad contra una injusticia superior causada por un gobernante.  Por eso las grandes protestas históricas han sido consideradas legítimas, usualmente porque son contra un sistema autoritario que de otra manera no los deja participar, que obviamente no es el caso ecuatoriano, aunque Iza se empeñe en hacernos creer lo contrario. 

Si prima la ley de los violentos, ¿qué nos queda al resto sino abrazar el reino del hombre del puño mas fuerte? ¿Hacia allá queremos ir? Por lo menos que no se diga: <<que el haber arrestado fue malo aunque también fue bueno -parafraseando a La Posta en la referida entrevista>>. Pues esa falta de claridad sobre lo que está pasando impide juzgar adecuadamente los actos de gobierno que estamos presenciando.

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